La página de humor titulada “Poco y Nada”, escrita por Alejo García Valdearena y dibujada por Lucas Varela, se dedica cada domingo en la revista Viva a retratar situaciones cotidianas de jovenes protagonistas. Las vicisitudes de esas personas son comentadas por el relato mental de uno de los personajes y completadas con apostillas irónicas de un narrador neutral (los autores) que le dan una intepretación particular a los hechos que se cuentan.
El último domingo “Poco y Nada” presentó un caso extremadamente polémico, el cual quiero comentar. La página de ese día cuenta la historia de un joven -al que puede interpretarse por el dibujo como menor de 16 años- que termina desmayado entre sus vómitos en la bañera de su casa, luego de una competencia entre bebedores de su edad, como muestra la ilustración de abajo.
La madre del joven encuentra con gran sorpresa a su hijo inconciente y el eje de la historia deviene en la habilidad que el chico demuestra para presentar una serie de excusas verosímiles que lo transforman en la víctima de la presión de su grupo de amigos. Los comentarios del narrador neutral se concentran en dos puntos: la eficaz actuación del chico y la persistente ingenuidad de la madre. Todo termina como una travesura. Epidemia secretaEl último domingo “Poco y Nada” presentó un caso extremadamente polémico, el cual quiero comentar. La página de ese día cuenta la historia de un joven -al que puede interpretarse por el dibujo como menor de 16 años- que termina desmayado entre sus vómitos en la bañera de su casa, luego de una competencia entre bebedores de su edad, como muestra la ilustración de abajo.
Hace dos años tuve una conversación con un emergentólogo a cargo del departamento de pediatra de un sanatorio. El médico en esa oportunidad me contó con resignación sobre una epidemia invisible que aparecía cada fin de semana y desaparecía de lunes a jueves. Según él, casi todos viernes, sábados y domingos, ingresaban a ese sanatorio una cantidad alarmante de chicos menores de edad completamente alcoholizados. Muchos de ellos en estado de “coma alcohólico” (sueño profundo, descenso del ritmo cardíaco y presión arterial, sin reacción en las pupilas, hipotermia…).
Las crónicas periodísticas a veces se ocupan de estos casos que llegan a la prensa por circunstancias azarosas o por la muerte de un menor o un joven (qué diferencia hay) que tomó demasiado o mezcló la bebida con pastillas. No hay que estar demasiado atento para ver los documentos que prueban la existencia de esta epidemia. Cualquier sábado al anochecer en los supermercados y almacenes aparecen grupitos de chicos y chicas -mayores de 18, pero chicos al fin- llevando sus cervezas y su Fernet barato. Las botellas que aparecen los domingos en las calles y cartones vacíos -como los del dibujo de arriba- cuentan también esta historia que se desarrolla en las plazas, en las esquinas, en todas partes.
Si uno mira con atención a ese chico dibujado por Lucas Varela, tirado en la bañera con la ropa pintada con su vómito de bilis, frío por el alcohol y sin duda en peligro, resulta muy difícil encontrarle la gracia. A mi me produce solamente pena y bronca.
Un video ruso:
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