lunes, 12 de octubre de 2009

Mente de principiante

A la mente del principiante se le presentan muchas posibilidades; a la del experto, pocas.

Se suele decir que la práctica del Zen es difícil, pero hay una gran equivocación en lo que
respecta al porqué. No es difícil por el mero hecho de que resulte arduo sentarse en la posición
de piernas cruzadas o alcanzar la iluminación. Es difícil porque lo arduo está en mantener
nuestra mente y nuestra práctica puras en su sentido fundamental. El desarrollo de la escuela
Zen tomó muchas formas después de establecida en la China y al mismo tiempo fue
tornándose impura. Sin embargo, no es del Zen chino ni de la historia del Zen de lo que quiero
hablar. Lo que me interesa es ayudar a impedir que la práctica del lector se vuelva impura.
En el Japón tenemos el término shoshin, que significa "mente de principiante". El
propósito de la práctica es mantener siempre pura la mente de ese principiante. Supongamos
que se recita el Sutra Prajña Paramita sólo una vez. Quizás esa recitación resulte de provecho.
Pero ¿qué sucedería si se recitara dos, tres, cuatro o más veces? Tal vez se podría perder la
actitud original hacia esa oración. Lo mismo ha de ocurrir con las otras prácticas del Zen. Se
mantendrá la mente de principiante durante cierto tiempo. Pero si se continúa esa práctica por
uno, dos, tres o más años, aunque quizás se mejore un poco, está uno propenso a perder el
significado infinito de la mente original.
Para los estudiantes de Zen lo más importante es evitar el dualismo. La "mente original"
lo incluye todo en sí misma. Es siempre rica y suficiente por sí misma. No se debe perder esa
autosuficiencia del estado mental. Esto no significa tener la mente cerrada, sino, en realidad,
mantenerla vacía, pronta. Cuando la mente está vacía, se encuentra siempre dispuesta para
cualquier cosa, abierta a todo. A la mente del principiante se le presentan muchas
posibilidades; a la del experto, pocas.
Cuando uno discrimina demasiado, se limita. Cuando se es demasiado exigente, o
demasiado ambicioso, la mente no es rica ni autosuficiente. Cuando la mente original deja de
ser autosuficiente, se pierden todos los preceptos. Cuando la mente se torna exigente, cuando
se anhela algo, se termina por contravenir los propios preceptos: no mentir, no robar, no
matar, no ser inmoral, etc. En cambio, cuando se mantiene la mente original, los preceptos se
mantienen por sí mismos.
En la mente de principiante no surge el pensamiento "he alcanzado algo". Todos los
pensamientos basados en el propio yo tienden a limitar la vasta mente. Cuando no se abriga
ningún pensamiento de logro, ningún pensamiento del propio yo, es cuando uno llega a ser
verdadero principiante. Entonces es cuando se puede aprender algo realmente. La mente de
principiante es compasiva. Y cuando la mente es compasiva, es infinita. Dogen-zenji, el
fundador de nuestra escuela, recalcaba siempre la importancia de recobrar la mente original
infinita. Con ella somos siempre sinceros para con nosotros mismos, resonamos
simpáticamente con todos los seres, y verdaderamente podemos practicar.
En resumen, lo más difícil de todo es mantener siempre la mente de principiante. Para
ello no es necesario lograr primero una profunda comprensión del Zen, por mucho que se lea
sobre el tema del Zen, la lectura de cada oración o frase debe hacerse con la mente fresca y
abierta. No se ha de decir nunca "sé lo que es el Zen" o "he logrado la iluminación." Éste es
también el verdadero secreto en lo tocante a las artes. Hay que ser siempre principiante. Hay
que tener mucho, mucho cuidado en este asunto. Si se comienza a practicar el zazén, se tiene
que empezar a apreciar la mente de principiante. Éste es el secreto de la práctica del Zen.


Shunryu Suzuki
Mente Zen, Mente de Principiante

No hay comentarios.: