Una buena música puede acompañarlo/a durante la lectura del siguiente escrito, sólo presione play...
Un viajero que carga una mochila y una guitarra en su hombro izquierdo manteniéndola con el brazo camina por las playas de Brasil. Él va descalzo, lleva puesta una bermuda color montaña que le llega apenas pasando las rodillas. Una musculosa blanca de textura fina y suelta. Pelo largo lacio y barba de 0,7 cm. Su mochila es grande y de color marrón. Usa anteojos de sol con forma circular característico de los hippies.
Luego, se detiene y se sienta sobre la arena a mirar el océano para dedicarle una canción. Así comienza con sus rasguidos haciendo vibrar las cuerdas. De su boca sale una voz gastada y emocionante. La gente que pasa lo mira y siguen sus rumbos pensando en lo bueno que son las vacaciones porque uno se encuentra con ese tipo de cosas.
Una pareja joven se detiene a escuchar. Cuando la canción finaliza le dejan unas monedas al viajero y deciden ir a tomar un trago en un bar con vista al mar. Ambos se instalan en una mesa y ella empieza a dar charla. Más tarde, cuando el sol comenzaba a esconderse, los dos medios mareados por los efectos del alcohol deciden ir a su departamento. Allí, una ves dentro se tiran a la cama y empiezan a darse unos besos. Él le saca la ropa y ella procede de igual manera. Comienzan a tener sexo hasta que la dama estando boca arriba con la cabeza caída a un costado observa que desde otro edificio había un niño que los miraba totalmente inmóvil. Ella se asusta y pega un salto a cerrarla.
El niño se larga a llorar por lo que la madre se acerca a preguntarle qué ocurría. El pobre nene le comenta por medio de llantos y la madre comienza a reírse. El niño no entiende nada y es llevado a ducharse en el baño. Allí se asusta y le tira agua a la madre para que se fuera. El jovencito por primera vez demuestra que se puede bañar solo.
Así es como el viajero pagó con unas monedas en la barra de un bar con vista al mar una limonada bien fresca.
El barman agarró las monedas, las contó y llamó al viajero:
Barman:- (en portugués) ¡Amigo! Falta un real.
Viajero:- Paz, paz que ya van a llegar.
Ahí nomás el viajero sacó su guitarra y comenzó a cantar:
Viajero:- Luna de miel, en Brasil. Acariciando arena. Los billetes flotando en el mar, aquí no hay problemas. Qué compro aquí, qué compro allá. Se pasa el día y debo gastar. Quiero llevar recuerdos, quiero comprar una palmera. Y veo cosas bonitas, saboreando frutos del mar. Comprare esa montaña, que veo allá. Y vamo vamo vamo las pelotas y vamo vamo vamo las pelotas y vamo vamo vamo las pelotas. Luna de miel en Brasil. Los mozos todo el tiempo vienen y van. El mío no ha llegado, debe traernos otra botella y luna de miel en Brasil, el sueño realizado. Ahora volvemos y está todo mal, ya no es Brasil, es Córdoba. Y todo era tan bello, y cómo podía gozar. Ahora se pudrió todo, estamos acá. Y vamo vamo vamo las pelotas y vamo vamo vamo las pelotas y vamo vamo vamos las pelotas y vamo vamo vamos las pelotas. Luna de miel en Brasil, luna de miel en Brasil, luna de miel en Brasil, luna de miel en Brasil, yeah yeah yeaaaah.
Barman:- (en portugués) Amigo, ¿no es Hawai?
Viajero:- ¡Ah! ¿conocés el tema?
Barman:- (en portugués) si, si.
Viajero:- Muy bien.
El barman siguió con querer cobrarle las monedas faltantes hasta que unos argentinos se acercaron y pagaron la limonada:
Viajero:- ¡Arriba muchachos! También pueden hacer eso en la ciudad allá en Argentina ¿eh? No me crean loco si me ven por ahí así como ahora…
Los chicos eran 3. Regalaron unas risas y siguieron su rumbo.
Un día el viajero se dedicó a observar y analizar la gente de la playa. Luego, se acercó a cada uno y les leyó sus vidas, todo lo que pensaba acerca de cada uno, en cómo era, cómo es su persona, qué debe cambiar, etc. Todo lo que veía. Todos rieron y lo creyeron loco.
Al día siguiente, el viajero se prendió un cigarro de marihuana y luego recorrió la misma playa del día anterior tocando en la guitarra una armonía bien dulce y llevadera. La gente, absolutamente toda la gente de a poco comenzaba a mirarlo sin soltar la vista de su cuerpo, pero ya no se reían de él. Era una tormenta de gente seria y asustada. Ahora, era el viajero quién reía con su sonrisa perfecta, boca amplia rodeada de barba con dientes que parecían computarizados por su perfección. Cuando la gente ya perdía de vista o les incomodaba seguirlo con la cabeza, dejaban de mirarlo y sonreían comentándose entre sí acerca de tal personaje. Pero no se daban cuenta que la comunicación padeció de un gran silencio que aturde por unos instantes. Luego, para no creer, quizá, decidieron pilotearla y ocultarse cada uno de sí mismo.
Años más tarde, el viajero fue internado en un hospital psiquiátrico. Y años más tarde, el viajero escribió un libro que hoy día sus copias recorren el mundo y varias universidades de muchos países del planeta tierra lo utilizan para brindárselo a sus alumnos. El libro obtuvo varios premios y méritos, pero el viajero nunca pudo enterarse de ello ya que el día en que puso el punto final de su libro le agarró un ataque al corazón y cayó al piso derrumbándose con toda su delicadeza espiritual, cargada de una pesada experiencia pacífica e intelectual.
¿Es verídica esta historia?
¿Quién es el viajero?
¿Por qué el relato de esa pareja que tuvo sexo y del niño que los vio?
¿Por qué lo encerraron en el hospital psiquiátrico?
¿Desea saber más a cerca de este viajero de historias?
¿Quiere respuestas?
Simplemente no dejen ningún comentario en este post. Nada de nada. Por favor, el viajero no debe quererlo. Lean su libro. ¿Quieren saber cuál es su libro? La mente de cada uno de ustedes y del que tenés al lado también.
viernes, 10 de agosto de 2007
Sos viajero de historias
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4 comentarios:
y si sos vos el viajero? tri
y si soy yo? el silencio? mmmm jaja si yo fuese el viajero te diría hoy día que esperes entre 40 y 60 años para leer mi libro. Por favor triana ¿de qué me estás hablando?. El viajero sos vos y todos ustedes. Gracias tri.
D�jame ver lo m�s profundo, dej�me verme ami aunque no me quiera ver de verdad, verme en el cielo, verme las particulas, verme las c�lulas, ver que me ves y que ves lo que estoy viendo, gracias a que te puedo ver y pod�s ver lo que veo, se que estoy vivo. Gracias al silencio por verlos a todos ustedes que no saben lo estan viendo.
Demasiadas preguntas de las que creo intuir algunas respuestas, pero evitando disgustos al viajero, solo dejo silencio y que el resto hable...
(Excelentes descripciones, tanto así, que hasta pude sentir el sonido de las olas y tener el gusto a limonada en mi boca, sí... sí)
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