martes, 3 de noviembre de 2009

Control

La manera de controlar una oveja o una vaca es darles una extensa pradera.

Vivir en la esfera de la naturaleza de Buda significa morir como seres pequeños de
momento en momento. Cuando se pierde el equilibrio morimos, pero al mismo tiempo nos
desarrollamos, crecemos. Todo lo que abarca la vista está cambiando, perdiendo el equilibrio.
La razón de que todo parezca hermoso es el desequilibrio, pero su plano de fondo está siempre
en perfecta armonía. Así es como todo existe en la esfera de la naturaleza de Buda, perdiendo
su equilibrio sobre un fondo de perfecto equilibrio. Por lo tanto, cuando uno ve las cosas sin
percibir el fondo de naturaleza de Buda, todo parece tener forma de sufrimiento. Mas cuando
se comprende el fondo de la existencia, uno se da cuenta de que el mismo sufrimiento es
nuestra forma de vivir, de prolongar la vida. Por eso, en el Zen recalcamos a veces el
desequilibrio o desorden de la vida.
Hoy en día, la pintura japonesa tradicional se ha tornado un tanto formal y sin vida. A
eso se debe el desarrollo del arte moderno. Los pintores de antaño solían practicar poniendo
puntos sobre un papel en artístico desorden. Esto es un poco difícil. Por más que uno se
aplique, en general, resulta que los puntos siempre están colocados dentro de cierto orden.
Uno piensa que lo puede evitar, pero no es posible. Resulta casi imposible colocar los puntos
fuera de todo orden. Sucede lo mismo con el curso de la vida cotidiana. Aunque uno trate de
someter a la gente a cierta pauta, es imposible. No es hacedero. La mejor forma de controlar a
los seres humanos es alentándolos a ser traviesos. Entonces están bajo control en el sentido
más amplio del concepto. La manera de controlar una oveja o una vaca es darles una extensa
pradera. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Primero hay que dejarles hacer lo que
quieran y observarlos. Esto es lo más indicado. No es bueno no hacerles caso. Ése es el peor
sistema. Algo muy poco menos malo es tratar de controlarlos. Pero lo mejor es observarlos,
simplemente observarlos, sin tratar de controlarlos.
Este método de control es aplicable también a uno mismo. Cuando lo que se desea es
lograr una calma perfecta en el zazén, uno no debe dejarse perturbar por las diversas
imágenes que le pasan por la imaginación. Hay que dejarlas venir y dejarlas pasar. Así estarán
bajo control. Pero eso no es fácil. Parece fácil, pero exige cierto esfuerzo especial. La forma en
que se hace esta clase de esfuerzo es el secreto de la práctica. Supongamos que uno está
sentado en circunstancias extraordinarias. Si trata de calmar la imaginación no estará en
disposición de sentarse, y si trata de no perturbarse, el esfuerzo no será el propio e indicado.
El único esfuerzo que puede ayudar es contar las respiraciones o concentrarse en la inhalación
y la exhalación. Digo concentrarse, pero fijar la mente en algo no es el verdadero propósito del
Zen. El verdadero propósito es ver las cosas tal como son, observar las cosas tal como son y
dejar que todo siga su curso. Esto es, poner todo bajo control, en el sentido más amplio del
término. La práctica del Zen pretende abrir nuestra pequeña mente. Es decir que la
concentración no es más que un apoyo que lo ayuda a uno a darse cuenta de la "gran mente",
o sea, de la mente que lo es todo. Para descubrir el verdadero significado del Zen en la vida
cotidiana hay que comprender qué significa mantener la mente al ritmo de la respiración y el
cuerpo en la postura correcta del zazén. Hay que seguir las reglas de la práctica y el estudio
debe tornarse más sutil y cuidadoso. Ésta es la única forma de gozar de la libertad vital del
Zen.
Dogen-zenji ha dicho: "El tiempo transcurre del presente al pasado". Lo cual parece
absurdo, pero en nuestra práctica a veces es cierto. En vez de progresar del pasado al
presente, el tiempo retrocede del presente al pasado. Yoshitsune fue un guerrero famoso que
vivió en la época medieval del Japón. A causa de la situación del país en ese momento, fue
enviado en misión a las provincias del norte y allí perdió la vida. Antes de partir se despidió de
su esposa y poco después, ella decía en un poema que escribió: "Tal como se desovilla el hilo
de una madeja, quiero que el pasado se vuelva presente". Al decir eso, lo que hacía era tornar
en presente el tiempo pasado. En su imaginación, el pasado cobraba vida y era el presente.
Por eso Dogen dijo: "El tiempo transcurre del presente al pasado". Lo cual no es el caso en
términos de nuestra mente lógica, pero lo es en la práctica que hace presente el tiempo
pasado. Eso es poesía y así es la vida humana. Cuando logramos comprender este aspecto de
la verdad puede decirse que hemos logrado encontrar el verdadero significado del tiempo. El
tiempo transcurre constantemente del pasado al presente y del presente al futuro, pero
también es cierto que el tiempo va del futuro al presente y del presente al pasado. Otro
maestro Zen dijo en cierta ocasión: "Ir una milla hacia el este es ir una milla hacia el este".
Ésta es la libertad vital. Hay que adquirir esta clase de libertad perfecta.
Pero, sin ciertas reglas, no se logra nunca la perfecta libertad. La gente, especialmente la
gente joven, piensa que la libertad consiste en hacer lo que a cada uno le da la gana, que en el
Zen no se necesitan reglas. Pero para nosotros es absolutamente necesario guardar ciertas
reglas. Esto no significa estar siempre bajo control. Mientras se siguen reglas hay siempre
oportunidad de liberarse. Tratar de obtener la libertad sin tener conciencia de las reglas no
significa nada. Es para adquirir esta perfecta libertad para lo que practicamos el zazén.


Mente Zen, mente de principiante
Shunryu Suzuki

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