Hoy me levanto con dolor de cabeza. Salgo de la cama para comenzar a vivir un día nuevo, uno más como todos. Al salir a la calle veo un día gris con mucho frío. Sin embargo así parto para el trabajo que tanto me espera en pleno centro de la ciudad. Salgo en mi coche solo lleno de calor, paso por la “Plaza de las Malvinas” y veo el frío que ataca a las personas más el vagabundo que no se puede defender. Llego al semáforo y me detiene a pensar mientras los peatones cruzan frente a mis ojos de fuego. Verde, tocan bocina y avanzo unas cuantas cuadras hasta que de la nada me surge en la cabeza de que hoy no quiero ir a trabajar y es así como decido volverme a mi hogar a dejar el coche y mi maletín.
Salgo nuevamente de mi hogar sin mi carro para comenzar a vivir un día distinto, algo que nunca se me ocurrió hacer en la vida: una locura dirán los de lengua inquieta. Será que estoy cansado del trabajo o no entiendo que me pasa, pero como que necesito pasear un poco para relajarme. Sin embargo voy aprovechar esta mañana fresca, voy a observar la gente pasar y con ellos me divertiré aunque me ignoren. No sabrán que hay alguien que salió solo para estudiarlos, que renunció al trabajo del día para pasar un momento con sus iguales.
Es así como llego a la “Plaza de las Malvinas”, con mi cuerpo que automáticamente avanza, ya que con el frío no siento los sentidos. Entonces decido cruzar el peatón y observar las caras de los que están en los autos y mucha diferencia no he notado, lo que sí me hubiese gustado es ver sus almas destinadas a algún punto destinado. Al seguir mi rumbo sin destino decido nuevamente sin saber porqué, de volverme para mi casa y comenzar a empacar una valija.
Salgo de mi casa por tercera vez y en mi coche nuevamente, aunque esta vez no voy sólo, voy con mi valija en busca de alguna ruta que me lleve hacia algún lugar de este mundo.
Salgo de la ciudad al campo y nada queda por estudiar, nada por pensar, nada por ser aturdido. Sólo ver los infinitos llanos verdes con su techo gris, el infinito camino con su techo gris, y mi infinita paz con mi pasado gris. Así partí hace casi un día, como un loco que deja todo atrás sin razón alguna, dejando la pared y yendo hacia la puerta.
Salgo del auto para llenar mi estómago en un parador que larga un aroma a asado increíble, por lo tanto sin dudar me voy a dar ese lujo:
Mozo:- Señor, ¿algo pensado o le traigo la carta?
Yo:- Asado para uno y la carta por favor.
Mozo:- muy bien, ahora vuelvo.
…
Mozo:- Su pedido esta en marcha. (Le da la carta)
Yo:- gracias.
Yo:- Jefe!... agua mineral, una botella de litro, si? Y… bue… no nada, eso por el momento.
Mozo:- como no.
/Comido y yendome/
Yo:- disculpa una pregunta, ¿Cómo se llama este pueblo?
Mozo:- no no no es un pueblo…
Yo:- jaja verdad, pero… ¿como se llama?
Mozo: José me llamo
Yo:- no no, disculpa, pero ¿Dónde carajo estoy?
Mozo:- como… en Santa Mónica, a unos 150 km llega al pueblo…
Yo:- ja! Claro, ese mismo, ¿no sabe de algún lugar para pasar la noche?
Mozo:- si, en la entrada del pueblo tiene uno… medio viejo el lugar, pero todo sea por una noche…
Yo:- si cero dramas, muchísimas gracias nos vemos a la vuelta… muy rico… chau.
…
Hoy me levanto sin nada. Enciendo el celular y en él observo 10 llamadas perdidas por lo que decido sacarle el corazón del mismo para regalarle el aparato al playero del motel. Si desaparecí de mi mundo tirando una bomba de humo creo que también debería dejar el celular atrás para separarme completamente de aquello y de ese estúpido aparato. De aquello que la verdad no era malo, pues dejé atrás una vida que me trae a cada tanto cosas bellas, aunque cabe aclarar que aún nada está perdido ya que hace sólo un día que estoy ausente allí. Por lo tanto, podría volver y seguir teniendo lo que tengo en aquel lugar del planeta que como dije me mantenía bien vivo. Entonces, sucede en este momento que no se el porqué de esta partida tan abrupta, como si no recordase algunas cosas, como si no tuviese gente conocida, la verdad no recuerdo hace un día atrás. Esta bien, para relajarme y descansar, pero… Como si tuviese la cabeza enferma, pausada, que no puede funcionar, ni reflexionar más, como que no quiere saber más nada de nada. Viviendo en un blanco total.
Salgo en mi coche nuevamente hacia la ruta dejando el pueblo atrás. Pongo un cd para escuchar música y viajar con ella los km que haga falta, total… ¿quién me para? ¿Quién se atrevería a parar mis ansias por descubrir algo nuevo, mis ansias por querer quebrar las barreras de los límites que se encuentran en las mentes de los seres humanos?, pues de una! De una hay que decidirse sin planear todo, sólo planear el pasado como cuando uno aprende de los errores.
Les explico: Yo sinceramente no se que fue lo que me pasó, ni lo que me está pasando en estos días. No entiendo que fue lo que me llevó a tomarme el palo en la manera en que sucedió. Mi vida era… es muy común y corriente como cualquier trabajador de la clase media, que tiene su casa, casa de familia con una familia que no existe pero que la sueña. Que se levanta cada día pensando en la mujer de sus sueños, aquella mujer que sólo ve en la cama mientras duerme, esa mujer que no existe pero que tanto quiere abrazar y besar, ese cuerpo tan perfectamente nacido por alguna razón de la naturaleza divina, ese ser humano no tan ser humano como el masculino, ese ser andante tan distinto del masculino que se dedica cada día a sí mismo. Sueños que quisiera vivir para poder soñar otras cosas.
Por supuesto que tengo mis contactos de vida, contactos tan bellos que me mantenían… me mantienen con vida acompañando mi soledad. Claro… de vez en cuando recibía o recibo alguna visita como parientes, amigos, acompañantes, etc. Y bueno así es la vida de este ser inocente cansado de vivir mecánicamente, que creo que por eso mismo desaparecí de aquellas tierras congeladas. Por querer vivir algo distinto, pero claro, a lo que voy es que no se como surgió el impulso tan de repente, ni como fueron sucediendo las cosas en las últimas horas de mi vida.
Ahora en lo único que pienso es en no descarrilarme del camino por escuchar estas melodías que entran por mi oído de manera tan sutil. Como si fueran pequeñas almas invisibles ingresando por mis oídos dispersándose a distintos sectores de mi cabeza para comenzar a trabajar, a martillar, a cavar, a construir una medicina para mi alma perdida sin rumbo. Ellos, los obreros constructores, las almas invisibles, al martillar mi cabeza los golpes suenan como guitarras, flautas… ¡como sonidos musicales! Por lo tanto, a lo que voy es que esto puede hacer que me desconcentre en el manejo por lo que equivaldría a firmar mi vida, para luego poder partir al cielo o a donde mierda te vayas cuando te mueras, o tal vez todo se apague.
Al terminarse el CD comienzo a tomar conciencia de los paisajes que vienen rodeando el auto y la verdad es que son indescriptibles, como los que se ven en las películas o en las national geographic. Los agasajo y sigo mi rumbo, ese rumbo que sin destino ni planes quiere llegar a algún lado que lo sorprenda y le cambie la vida para bien. Pero bueno, al seguir km y km sin señales de seres humanos comienzo a pensar y a desfilar por la pasarela de malditos recuerdos (frase de Javier Mouratoglou). Así siguió reflexionando sobre la vida, sin aviones que lo sigan.
viernes, 23 de noviembre de 2007
Sin título en la vida de este.
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