Suena el despertador con la hora ocho de la mañana. Todos se encuentran durmiendo en mi casa, mientras que yo comienzo a actuar. Me levanto de la cama y me dirijo al baño creyendo que detrás del espejo hay una filmadora captando cada acción que realizo. Estoy muy seguro de que hay alguien aburrido en algún lugar del mundo o del universo, o mejor dicho, en algún lugar que no se describir ni imaginar por no tener experiencia ni conocimiento de aquello, que se encuentra observándome por el sólo hecho de que no tiene nada que hacer, se entretiene con mi película en vivo. Por lo tanto, ese mundo o universo son palabras con significado insertadas en mi memoria por el director de la película.
Es la hora de irme a estudiar, de subirme en un carro, un objeto de metal y demás, con motor que me lleva adonde yo quiera ir. Así caigo a la facultad, mientras yo estaciono el auto, en la cantina la gente se ríe de mi llegaba y todos se comentan lo que van a hacer cuando yo pase caminando por ahí. A veces trato de moverme más rápido y romper el tiempo para ver si los puedo descubrir, para ver si se equivocan. Al ingresar supongo que todos comienzan a disimular y a crear mi mundo, cuando en realidad el mundo es otro. Trato de darme vuelta rápidamente para ver si hay alguien que me esta estudiando, pero todo resulta ser tan perfecto, una disimulación perfecta.
Me pregunto todo el tiempo si estoy en una película, si soy el protagonista o no, si soy el boludo que no se da cuenta o no, si todo es como parece o no. Me pregunto si hay otras dimensiones, me pregunto y me pregunto mil cosas.
viernes, 23 de noviembre de 2007
Suena el despertador
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